jueves, 12 de noviembre de 2009

la cocina verde

Despues de la primera noche en el hostal llegó la primera mañana en él. A las diez y treinta antes del meridiano estaba yo en el loundry room junto con otras siete personas que querian trabajar ese día. Es que uno en el hostal, cuando no tiene plata, trabaja trés horas y media todos los días y así lo dejan dormir allá, además le dan a uno cuatro dólares de mentiras que solo tienen valor allá y pues con eso compra uno la comida bebida y tiempo en internet cuando tiene locha de ir hasta la biblioteca. Diez y treintaicinco y en el loundry room se decide quienes laban baños quienes las sábanas y quienes limpian cuartos. Me tocaron los cuartos y le dimos parejo hasta las dos de la tarde, de ahí pa' la ducha y corra pa' la oficina de empleo que la cierran a las tres y media. Imprimí unas hojas de vida, utilicé internet pa' ver que ofrecía craigslist punto org y le escribí al grone, el que fue jefe mío a principio de año cuando viví por estos lados. Le dije entonces qué, que más que contás, imaginate que I am in town again, y me quedo mínimo un año, me oís? Despues estuve en el carelibro a ver quién me estaba pensando pero nada, nadie, y otra vez pa' la calle. Me despedí de la secre lo más de formal y le pelé la muela (lo antipática no le quita lo buena que está). Estamos buscando amiguitas que se dejen contemplar, yo prometo tratarlas como princesas. Eso si de entrada que vayan sabiendo que novia no quiero encontrar. La secre me dijo chao pero nisiquiera me miró a los ojos y ahí aproveché yo y le miré las piernas, que las tenía descubiertas. Con la conciencia tranquila despues de concluir la tarea de buscar trabajo me fuí pa' la cocina verde que es un restaurante vegetariano donde trabajan Justina, Nico y el ché. Caminé hasta la calle del gobernador que es en la que se mantienen los parceros dándole a la música y a la buena vida, y apenas me la encontré voltié a mano derecha con rumbo al norte, a la cocina verde a ver si me encuentro a alguno de los trés, Justina Nico o el ché. La calle del gobernador se dormía sin la música que casí siempre se escucha en ella, y lo único que me quedó pa' entretenerme mientras la pasiaba fue perderme en el pasado y recordar alegrías. Cuando nos caminabamos con la mema esta calle buscando a las amistades y armando programa pa' celebrar la llegada de la luna o la despedida del sol, lo que sea con tal de beber. Lo que hacíamos era que nos repartíamos a lo largo de la calle y cada dos cuadras se parchaba una pareja de músicos, excepto por mi que no soy músico y cuando eso tampoco lo era. Yo me sentaba en una esquina a vender collares y aretes que hacía con alambre. Despues de un par de horas nos reuníamos en la plaza bastion y póngase pues deacuerdo en que nos gastabamos las ganancias. Trago y tabaco, eso se sabía, pero de que tipo y cuanto de cada uno? Salud.

Golden hours que viví hace un tiempito ya, ya no les sigo contando del pasado porque nos perdímos. Me pasé una cuadra por andar pensando en la mema esta. Me tocó devolverme por un callejón porque no quería pasar otra vez por el lado de las trés niñas que estaban paradas en la esquina, que pensarán, mira este loco que ni sabe pa' donde va. Lo bueno fue que en el callejón me encontré a Justina y al ché. Estaban sentados en una escalera que terminaba en una puerta azul en la que recostaban sus espaldas y sus cabezas. Observé, mientras me les acercaba, que hablaban sin mirarse a los ojos, en cambio miraban pal cielo con una expresión que reflejaba el gozo que ambos sentían por estar el uno con el otro, y el otro con el uno, como diría Maravilla una amiga mía del monte real lo más de querida. Que maravilla. Justina me vió primero. Apretó los ojos un poquito como pa' enfocar y entonces se dio cuenta que si era yo. Mirá este culicagado que no avisa, yo sabía, yo sabía que por aquí volverías. De un salto se brincó las escaleras que habían entre el piso y ella que no eran si no dos, y se me vino corriendo de frente. Uy! esta mona no va a frenar, pero no se preocupe mamita que yo aquí la atajo. Que felicidad tenerla en mis brazos, y más con esas ganas que se me trepó. El ché esperaba con cara de achicopalado contento a que la monita tocara tierra otra vez para darme la bienvenida con un abrazo. Justina me jaló del brazo y me empezó a decir: apúrele apúrele que le quiero ver la cara a Nico cuando te vea. Cuando entramos al restaurante Nico estaba en la caja registradora, peliando con una tarjeta de crédito que no quería ser reconocida. Le terminaron pagando con cash. Despues de abrir los ojos todo sorprendido y dejar salir una sonrisa que decía que alegría verte me gritó: Tenes planes esta noche? Yo le dije que nada que I have no plans at all. Entonces me dijo arrime por aquí en una horita que de aquí a eso yo he terminado. Y salí y me fui, a quemar una hora en la calle con la esperanza de encontrar algún peludo que me hiciera compañía, o a lo mejor quien quita que me encuentre una niñita bien querida. Empezaba a oscurecer, de gris a negro porque durante el día el sol no se dejó ver. Además ventiaba y así las posibilidades de encontrar algún parcero en la calle disminuían. Caminé y caminé hasta llegar al viejo puerto, en donde me encontré a Sylvan, mimo en verano y músico en invierno. Yo me acordaba de él y por eso me animé y lo saludé lo más de formal, pero por la manera en la que me respondió me dicuenta que él no tenía la menor idea de quien era este muchacho tan atento. Y no lo culpo, porque el año pasado la mayoría de personas me conocieron como el novio de la mema, no como chucho, que estuvo perdido por un tiempo. Hi, I'm chucho, le dije yo, y él me respondió yo me llamo Sylvan, nais tu mit iu. Nais tu mit iu tu. Te puedo cantar una canción? Y pues por supuesto que desde luego. Tengo una pegada hace días, me respondió, Audioslave, te gusta? Sueltela mono que desde que sea en vivo todo suena bueno. Y así sonó. Me regaló una pola cuando terminó el show y empezamos a hablar de su amor, una francesita que está en parís en estos momentos acompañando a la mamá que se le está muriendo. Supuestamente la niña vuelve en dos meses, siempre y cuando la vieja pegue los pelos. Sylvan estaba lo más de optimista porque a la suegrita le habían pronosticado un par de semanitas no más, parece que el cancer ya se le había regado por todo el cuerpo y por eso la esperanza de reunirse dentro de poco con el amor de su vida todavía estaba presente. Quemaba la noche cantando a cambio de cambio, change como le dicen aquí o menuda como le dicen por allá, plata pa una tarjeta de teléfono, mínimo veinte dólares para hablar siquiera por una hora. A la media noche de aquí el reloj señala las nueve de la mañana en Paris, hora en que la suegra le hace siesta al desayuno y la niña queda sin nada que hacer, y en ese momento es que el la quiere llamar, pa que nadie se la distraiga por allá. Y hablando de distracciones yo me despido que en diez minutos un amigo me espera, así que mucha suerte con la juntada (eso hijueputa, montañerito como me gusta) del billete y muchas saludes por el viejo continente. La monedita se la quedo debiendo por que lo que pasa es que yo acabo de llegar y ni siquiera trabajo he podido encontrar, pero tengo chicle, de apple/strawbwerry, de eso si le puedo dar. Que no que a mi no me gusta eso que muchas gracias que mi dios le de el cielo. Mientras me alejaba le dije que si era que estaba ciego, que miré lo que me acababa de pasar, concierto privado en el viejo puerto con derecho a pola, además me sobró un chicle que me cayó perfecto para llegarle a Nico con buen aliento. Gracias a usted Sylvan por hacerme volar en el tiempo, este tipo de milagros no ocurren si no en el cielo. Nos vemos en las curvas.

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