jueves, 18 de abril de 2013

Kiero m&m

Y yo estoy aquí, sentado en el mismo sofá en el que Vivi duerme su siesta todos los días después del almuerzo. Estoy escribiendo, como lo estás viendo, y esperando a que alguien se ocupe de mi. Ojalá fuera la que trabaja en la mesa de patas naranjadas de la esquina, y que vino hoy vestida como la muñeca que es. En lo único que puedo pensar cuando camino por el lado de la mesa de patas naranjadas de la esquina es en caminar erguido y orgulloso de este pecho, y en disimular mis ganas. Siempre me hago el que está muy interesado en cualquier cosa menos en ella, miro la misma máquina de chicles, de base roja y contenedor transparente, y actúo cada vez como si fuera la primera vez que la veo. Esto pasa cada que paso por ahí, y la máquina de chicles no cambia, sigue igual y en el mismo punto, con los chicles que disminuyen y disminuyen y de pronto, sin previo aviso, la pelota transparente está repleta otra vez de bolitas de colores.

Estas disimuladas solo me las tengo que pegar cuando voy de aquí para allá, porque cuando vengo de allá para acá ella me da la espalda y ahí si que no disimulo y me quedo mirándole el pelo que le arde como el fuego y le cae derecho y ligero, sin rizos. Algunos días, como hoy, su cuello está descubierto porque el pelo está cogido y enrollado en una bolita roja que descansa sobre su cabeza, es en estos días cuando me vuelo en el 20-13 y me encuentro en una playa con ella, y le acaricio el cuello con mi nariz.

martes, 15 de enero de 2013

two seventeen pee EMM...

A guitar just start playing at the inner harbour of my town,
While the little girl wearing a pink jacket walks in front of me saying to her mom:
What a beautiful day.
There must be some kind of way out of here,
Said the joker to the thief,
These are the words flowing with the guitar,
While my eyes get cover by tears.
Joy is what I feel when your face strikes my thoughts,
Sea-water runs on my cheeks shaking my hole core,
A love I will meet in all my other journeys,
Rest in peace my beloved Bonnie.

sábado, 22 de diciembre de 2012

El encanto de Andylan

Respiro profundo. Exhalo y una moto suena, inhalo...
Babe, come crawl out your window, use your hands and legs it wont ruin you.
Can you please answer me when I phone you, we will speak french, inglés y espanish too.

So special that night, they were all aligned, higher forces to keep in mind,
And then you show up, with no one but jack on the rocks, shining and looking so tough,
I hoped for the best, I asked, You said yes, since then I've been dreaming with your pretty face.

I won't say your name but I will text today, I will make you laugh but only if God wants to dance,
We will play, if I may, would you laugh again? Would you say my name over and over again?
Enchanted, I am, like the girl with long hair that lives in a tower.


viernes, 16 de noviembre de 2012

Paréntesis: la linda lola


Miércoles amarillo, Juevez azul y Viernes rojo; dos de la tarde y yo con este antojo. Se acababá mi aquelarre de los viernes. Ocho días y siete noches tendrán que pasar por mi vida y depués esconderse en mi memoria para volver a esta sala en donde me encuentro, en donde se termina el aquelarre en este momento. Y Cecilia desde la primera fila insistiendo que porfa, que leer los siguientes dos capítulos pa’ la próxima, mientras que yo a un ladito guardaba mis notas en la mochila junto con dos wafer jet que Lucerito me había regalado ese día, y al mismo tiempo me despedía de Mario Loco y le preguntaba que si sí iba a caer el domingo a la U pa’ pillar la final de fútbol. No dijo nada, anotaba algo en su libreta mientras Juliana le susurraba algo en el oído izquierdo y se reía con la boca apretada, dejando salir un gemidito que se quebraba repetidamente de placer. Me hice el que recibió respuesta y ya con la mochila en los hombros salí caminando rapidísimo antes de que cualquiera se diera cuenta que Mario me había ignorado por completo. Llegué al mismo tiempo que Cecilia a la puerta del salón y dejé que ella pasara primero haciéndome a un lado, porque ella tenía el pelo largo usaba falda y lápiz labial, y olía a vainilla. Más que los buenos modales y las damas primero y todo ese cuento fue mi nariz la que paralizó mi cuerpo para disfrutar ese olor a dulce que traía el aire después de bailar con ella. Me preguntó, Cecilia, que pa’ donde iba; yo le dije que pa’ la casa, y empezamos a caminar juntos hacia la portería sur de la U a pesar de que el bus que me llevaba a mi casa me recogía en la portería norte. Iba entretenido oyendo la historia de Cecilia y su profesor de matemáticas de bachillerato, a quien amaba secretamente desde su pupitre y que por eso siempre le tocaba habilitar una y dos veces hasta que al final simplemente la aprovaban porque si. Yo comprendí de una lo que Cecilia me intentaba comunicar porque a mi me pasó lo mismo con la teacher cuando yo cursaba séptimo. Ni siquiera era capaz de hablarle en español porque todo el cuerpo me empezaba a temblar. Mi corazón largaba a correr como un loco cuando entraba a clase de inglés, y la única manera de calmarlo era empezar a mirar pal techo e imaginarme que todas las mañanas era la teacher la que me despertaba para ir al colegio, me daba un pico en cada párpado y me decía: Andrés, my love, is time to go to school. Y así quién iba a aprender inglés, o matemáticas. Después de que Cecilia se montó al carro y se despidió, yo segui caminando en la misma dirección sabiendo que tenía que devolverme en algún momento pa’ llegar a mi casa, pero me daba pena que ella pensara que yo me había equivocado o que este loco qué, que ni sabe pa’ donde va, con el viento. Salí entonces por la sur y di la vuelta por fuera para llegar a la norte y ahí esperar el m-33 que me deja a tres cuadras de mi casa y a cinco cuadras de los monstruos a quienes visito todos los viernes sin falta, algunos lunes, algunos martes y mierda, ahí viene un bus. Apreté mi nariz con los ojos en un esfuerzo gigante por descifrar si era un m-30 ó un m-33 lo que venía; y ahí fue cuando la vi, caminando hacia mi; una pequeñita figura femenina, con una cabeza que venía rebotando en sus hombros adornada con un peinado muy corto, resaltando unos ojos que se reían por ella, de los que me fue imposible separar los míos hasta que me miraron; me le escondí en una nube que tenía forma de guitarra, en donde me quede mientras pasaba ella al mismo tiempo quel m-33. Me bajé de la nube para mirarla mientras se alejaba y para pedirle al sol que la hiciera entrar a la universidad. Que entre que entre que entre, para poder empezar a soñar con el Lunes: que me levantaba y que iba a la universidad y me la encontraba. Que me la pillaba montada en un árbol de mangos intentando agarrar uno pintón, y yo que la miraba esperando encontrarme esa sonrisa apenas se bajara con su premio gordo. El sol me regaló el milagrito y ese cuerpecito en los jardines de la U se perdió. El corazón se largó a correr igualito que con la teacher y entonces arranqué a caminar para la casa pa’ que la gente que pasaba porai no se diera cuenta que me temblaba todo el cuerpo mientras estaba parado ahí, esperando quién sabe qué. Después de cuatro cuadras caminadas bajo ese mono que estaba igual de contento que yo, el sudor me empezó a estorbar y decidí escamparme en la sombra de un laurel a esperar el m-33 por segunda vez, mientras soñaba con el Lunes que me prometia los ojos que me iban a robar el pensamiento todo el fin de semana. Antes que el Lunes llegó el m-33 que me dejó en el paradero de siempre y de ahí caminé las siete cuadras que camino todos los Viernes.

Llegó el lunes y por primera vez en la vida lo recibí cantando, me metí a la ducha y solo me demore como veinte minutos porque no me lavé el pelo que me lo lavo un día sí, un día no. Arepa con mantequilla y quesito sí, huevos revueltos no, chocolate no y café con leche tampoco; me quedé fue con ganas de un jugo de naranja fresco porque confundí tres limas resecas que estaban en la nevera con naranjas. Pasé la arepa con coca-cola y la coca-cola con colgate y el cepillo de dientes, que me dejaron los dientes brillantes igual que el plato que terminó todo chorriado de mantequilla. Llegué faltando diez pa’ las diez a la U y con lo primero que me encontré fue con Mario Loco que andaba desesperado buscándome para que le prestara la tarea de ingeniería económica. Nos fuimos para la cafetería a buscar una mesa para sentarnos y así él podría copiar la tarea mientras yo me tomaba el jugo de naranja que me venía soñando desde la casa, y porai derecho ponía cuidadito a ver si me pillaba esa chiquitica que me traía más loco que Mario, que nada que terminaba la tarea y ya eran las diez y diez, tarde a clase otra vez. El Lunes siguió con un caminado lento y pesado, fin de la clase, reunión con los secuaces en las escaleras de siempre. Ramiro rebotaba su mirada en todas las tetas y nalgas que porai paseaban mientras yo desesperado saltaba de una mirada a otra, buscando la que me abría un hueco en el estómago. Nada, ni un asomo del sol que esa tarde decidió esconderse detrás de las nubes que se iban engordando y poniendo cada vez más negras, preparandose para llorar conmigo la ausencia de esa figurita que bailaba entre flores amarillas y violetas.

Ingeniería económica, Mario Loco tranquilo, exposición de yo no se que tema, cualquiera, y la noticia de que en el hueco que seguía había que ir a la biblioteca, no más las escaleras aquellas. Y como para rematar el aguacero que nos bañó saliendo de la biblioteca, el profe de máquinas y herramientas nos saludó con un quiz sorpresa: que calcule la velocidad de corte, que las revoluciones, que de que material es el buril, que por qué esa niña no se ha dejado ver todavía, será que no estudia aquí y ese Viernes solo entró al baño? O a encontrarse con el novio?

     - Hey Andrés, ya tenés la primera? - me susurró Mario al oído.
     - Andrés! –dijo el profe- venga hágase aquí adelante a ver si Mario deja      tanta preguntadera, él estuvo aquí la última clase. Pilas! Mario que la próxima p’afuera.

Y pués a mí que me  pusieran adelante, que me echaran, ya qué, que más da un cero en una hoja cualquiera, además ya no hay cotejo esta tarde que porque el agua. Al final de la clase el profe me llamó y me dijo: mijo, venga, que pasa pues si usted conoce el tema, y yo le dije que si era que estaba ciego, que mirara p’afuera, que ese aguacero no era coincidencia, que pa’ que pregunta por la velocidad de corte y uno aquí con esta pena; que tal si ese día ella entró a visitar una amiga que trabaja en la biblioteca y yo pensando que ella estudia tambien aqui y busquela y busquela como una gueva, en la cafeteria, en la biblioteca; en los palos de mango.

Como consuelo me quedaban Maria Consuelo que es una amiga muy querida y el cine club esa noche (que no hay cotejo que la lluvia) y despues la casa, mi cama y soñar con el martes: ella en la cafetería comiendose un pastel de queso con mostaza y coca-cola mientras yo la miro desde una mesa, mientras ella va dando mordizquitos y lee un libro que desde mi mesa no distingo, mientras yo la miro y ella se da cuenta, yo me rio y ella agacha la cabeza, ella me mata un ojo y  yo le mato los dos porque no soy capaz de matar uno solo, nos reímos, ella escribe algo en su libro y desde su mesa me lo muestra, yo tengo que encontrar las gafas en mi mochila y ponérmelas para alcanzar a leer una secuencia de siete números que yo copio en mi servilleta, la que me dieron con el jugo de naranja (es que mañana quiero otro). Y esperar hasta el jueves pa' llamarla para que ella no crea que tengo mucha hambre, para que no vaya a pensar que yo no mantengo nada para hacer. Y la invito al parque, a uno con columpios para sentir que estamos volando juntos, poder estar ahí sin preocuparnos de que alguien nos vaya a decir que cuidado que eso es muy peligroso, pero como no hay nadie yo la puedo mirar a los ojos mientras subimos y bajamos, mientras el hueco en el estómago me crece con las cosas que me cuenta; que le gusta bailar en los ascensores, quedarse dormida en el cine, comer espaguettis con piña, perderse en el bosque con la luna llena; igualita a la de ese jueves por la noche mientras los columpios y mientras ella. 

Andrés, my love, is time to go to school. 

Había una vez Andrés


De piernas largas y ojos cafés; buenos modales, palabras vulgares y la fluidez de un pez. Sentado al interior de un avión estaba, esperando a que arrancara de una vez. Dejando una vida detrás de él porque en su corazón sentía que todo lo que había hecho hasta ahora había sido un plan B. el A siempre fue ser futbolista profesional pero por diferentes motivos razones y circunstancias había terminado estudiando en la universidad y no jugando en el Atanasio Girardot todos los domingos.



Comenzó sus estudios universitarios, mucho antes de estar sentado en ese avión, sin saber mucho acerca de la profesión que había elegido para él. Seis años después Andrés se graduó sin honores pero con una novia lo más de linda que por ese entonces estudiaba negocios internacionales en la misma universidad. Se conocieron en el cumpleaños de una amiga que tenían en común y desde esa misma noche se dijeron todo. Estuvieron juntos por más de dos años pero con un par de interrupciones porque el Andrés tenía muchas dificultades controlando su temperamento. Cuando la rabia era mucha, mandaba a la linda lola a volar y a la mierda con ella y con todo lo demás. La linda lola, después de  que el Andrés se le desaparecía muerto de la ira por un par de días, volvía y lo perdonaba y lo recibía de nuevo en su vida porque sabía que el Andrés de verdad por ella se moría. Una de esas interrupciones duró más de un mes, y Andrés, después de aguantarse la rabia todo ese tiempo vació su orgullo por el inodoro y se apareció en la calle de la linda lola a llorar su nombre y a pedir perdón. Esta vez le dijo ella que no. A Andrés se le voltió el mundo al revés, y con los pies en el cielo decidió armar paseo. Pa’ donde me abro? Pensó. Y a hacer qué? Volvió a pensar… Para La Cañada, a empezar otra vez.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Quiero

Quiero que corra el tiempo hasta el día en que te conozca, y ahí que se detenga, para mirarte y sentir mi cuerpo vibrar por el éxtasis de tu presencia. Quiero conocerte, de pronto salir a caminar y compartir una comida y las historias de tu vida, y si los lunes por la noche te gusta ir a nadar bajo las estrellas en la piscina, yo quiero estar ahí, para que juguemos a que volamos en un cielo que se siente igual al agua con cloro. Quiero sentir que te gusta mi compañía y concluir sentado en un banco en la soledad de la madrugada que tú resaltas lo mejor de mi espíritu, al igual que tu alma brilla como el sol cuando estás al lado mío. Quiero ver en tu mirada que me deseas, acercarme despacio y sentirte respirar como el profundo océano, mirarte a los ojos mientras nuestros labios tiemblan a una uña de distancia entre ellos; tiemblan también nuestros cuerpos. Al cerrar mis ojos llueven pétalos del cielo, huele a jazmín de noche y tus labios tan tiernos. Abro los ojos, tú también me estás mirando. Los labios se tocan de nuevo, resbalan, llueven pétalos del cielo. Se cierran cuatro ojos, se rozan dos mejillas y tus pestañas me hacen cosquillas, reímos. Corre tiempo, corre hasta encontrarme con ella.

jueves, 9 de agosto de 2012

Julio el del 8

Julio el del ocho es un borracho y un peresoso, jamas viste lino y mucho menos pantalon corto. Le gusta la carne, el banano y el arroz con pollo; los boleros, john lenon y Yoko ono. Y como no, el frio del polo, que loco, yo mas bien me pongo mosco porque el que se descuida se queda pegado, como un moco en un coco que crece en las playas del trópico, aquí no mas, a ocho horas en carro; préndalo que yo me monto y pregúntele a cachetes que si quiere ir. Que ella no anda por aqui? Donde estas que no te veo, ni te escucho, sera porque otra vez me estoy volviendo cachucho? y es por la falta de un polvo, esto es obvio. La cosa es que no quiero solo esto, tambien quiero agua y sombra cuando el sol asoma al medio dia en la ciudad de Honda, que reposa bajo un cielo jamasmente nublado y p'acabar de ajustar todas las tiendas cerradas pa' uno tomarse un fresquito helado, y sin canillas porque las prohibieron, permitidas solo dentro de las casas que arden como un horno prendido a un monton de grados celcius. 

Y asi voy, una hora a la vez, nadando como un pez en esta aguita que está tan cálida, que bien, que bien que gracias a que no hay de esto ni de lo otro tengo pa' mi tanto tiempo, que bien que vivo en un edificio de siete pisos, por ende no hay ocho ni Julio tampoco, y casi nunca hace frío.